jueves, 14 de junio de 2007

La Colisión del Muchacho y la Palabra

Que soy una palabra, eso te dije mientras me mudaba a la ciudad de las cuclillas solo para levantar el ramo que evidentemente llevabas con prisa al chcoar contra mí. Que soy una palabra, tergiversable y olvidable para algunos o para pocos, en este mundillo de términos que se tienen cerca para afrontar las celdas del calendario. Me gusta pensar que soy una palabra que no hace presencia siempre, en propinas o extorsiones, en palizas y despelotes, corriendo entre humano-cascotes hacia el objetivo de un ajusticiamiento.Soy de dormir bajo las lonetas de los labios descascarados, en el momento en que el arroyo de la irrefutable juventud corre bajo los jardines que hay en esta boca. Seré el hombre que sale disparado del cañon hacia fuera de la carpa y directo a la red de lo que alguien nunca había oído, o que tal vez oyó demasiadas veces. Quién podría saberlo a ciencia cierta. El momento que te ha encontrado llevándome por delante te declara conocedor de cosas nuevas, descubrimientos de segundos de edad. Te has vuelto en pocos instantes tan articulado... articulado como un muñeco de los Caballeros del Zodíaco, edulcorado como aquel diálogo cúlmine en una escena perdida de alguna telenovela con Andrea del Boca, y lo suficientemente capaz de encarnar esa felicidad digna de una docena de alfajores Capitán del espacio. Me has encontrado porque el azar de los cerebros con aroma a jazmín, sumados al amor que duerme en forma de foto en tu relicario te hicieron decir que ella, Ella, habia sido diseñada para hacerte suspirar. Como todo lo que era cierto o todo lo que se deformaba con una seguridad convincente desde su nueva forma, como el cielo llegando para decirte "Hola, soy violeta". Ella yacía alejada de toda intención tirana como aquellas que te habían hecho rabiar y sufrir cuando solo querías tomar una sopa de letras y con un cencerro llamar a la felicidad eterna desde el suelo de la cocina, junto a alguien, ambos flacos y blancos como fideos derramados. Su boca poseía tal hermosura que hacía a las grúas y aplanadoras enmudecer solo para respetar sus siestas, pero no la ostentaba. Sus manos emulaban el mas perfecto bebedero para todos los besos y la luna se sonaba la nariz en un rulito rojo y cosmopolita que tan cerca de su mejilla dormía sin cosquillear. Yo la sobrevolaba cuando la mirabas, cuando entendiste todas las millones de maneras en las que ella te hacía adorar estar en el mundo. Yo la sobrevolaba de forma desorientada, perdiéndome en un disparate y negociando los significados de mi existir por pequeños traguitos de whiskey y ajenjo.Hice mal. Pero esta noche, aún despúes de mi despido del plató en el cual hice mis mejores actuaciones, me rectifico, y es tu bello encuentro con lo que ella significa lo que me hace aparecer. Por eso tomá, te devuelvo el ramo que se te acaba de caer y ¡Ánimo! Tus pantalones no merecen el maltrato de estas partículas de tierra, ni sus preciosos ojos necesitan ver algo que no sea puramente maravilloso en esta noche. Me llevarás contigo, pues como te dije anteriormente, soy una palabra, y esta noche al vencer toda distancia y recostarte junto a ella mientras sus ojos te aceptan tiernamente, vas a decirme. Ahora emprendamos camino, muchacho, mientras te ayudo a limpiar tu ropa erigiéndote en el héroe que ya eras antes de nuestra distraída colisión. Vamos, que ella aguarda en el sueño leve del estar extrañándote, y todas las flores del mercado se incorporan lentamente envidiando a las que llevas en tu mano. Veo que finalmente sabés qué palabra soy, mientras esta historia es plegada por su autor, que la llevará por siempre en su recién colocada túnica de niño caprichoso que quiso rechazar la idea de dormir hoy, para regalarle él tambien palabras (probablemente algún dia Yo, la palabra) a la persona lejana más cercana que ha conocido.

No hay comentarios.: