miércoles, 4 de agosto de 2010

Reparto

Martín se afeita y sólo se corta tres veces, lo que para él viene a ser un gran progreso, y por primera vez logra eliminar esos pocos pelitos solitarios que la afeitadora no logra alcanzar generalmente a causa de su cara que es tan huesuda, por lo que su padre Blas le había dicho que tenía que poner expresiones raras e inflar los cachetes para deformarse durante la afeitada y así alcanzar todas las áreas difíciles, pero él se juntaba con su amigo Roberto que simplemente le llenaba la cabeza con la idea de demandar a Gilette, a todo esto, quien mas temprano le había vendido los repuestos para la maquinita desde atrás del mostrador en un Farmacity había sido Gastón, que mas tarde al salir iba a poner en la caja los 17 mangos con 50 que salía el complejo vitamínico efervescente que probablemente lo mantuviese un poco más elevado de defensas durante los próximos dias, si bien pensaba que no le agradaba para nada que esa vitamina C de naranja lo hacía eructar demasiado, y en eso estaba su mente cuando Rodrigo, el guardia de seguridad de la puerta le pregunta de manera amistosa si había pagado el producto que se estaba llevando, que no lo haga tener que romperle el marulo eh, todo esto dicho en tono jocoso (había buena atmósfera en ese Farmacity) mientras compartía risas no del todo forzadas con Vicky, la compañera de mostrador de Gastón, que todavía se tiene que quedar un par de horas más viendo pasar los bocaditos Cabsha, desodorantes, y profilácticos de gente que paga y se va, comiendo chocolate en el camino hacia donde tenga que ir, a liberar a sus sobacos del olor a chivo y a tener sexo seguro, pero no todo junto porque hablamos -en este caso- de diferentes personas, cuyos nombres nunca retendrá por más que se los digan, ya que no deja de fantasear con el mundano escenario que es llegar a su casa y jugar a la Playstation con su hermana Cintia, que seguro ya está enviciándose sin ella (desde hace 2 horas y 36 minutos de hecho) aplacando con cada cuadrado, cada X, cada círculo y cada triángulo aquellos pensamientos agotadores y dudas sobre su sexualidad que venía teniendo ultimamente, sobre todo desde que le dio calor la otra noche, cuando Marcela le acomodó el flequillo y la agarró totalmente desprevenida sin saber que algo podía subirle de esa manera por el simple roce de la mano pálida de una compañera de cátedra, con la cual dicho sea de paso no hay chances de hacer que nada prospere y es por eso que considera que todo va a estar controlado, o por lo menos por debajo de la superficie mientras continúe metiéndole goles al Wolfsburgo tras las gambetas de Ribery, jugador del Bayern Munich (equipo que ella siempre usa) y que hace poco tuvo un escándalo sexual que tambien implicó a su compañero de selección Karim Benzema con una prostituta menor de edad, cuyas fotos han estado circulando por internet desde hace ya un buen tiempo para ir a parar a la computadora de Santiago, que vive sobre la calle Nazca, opina que los pingüinos son un animal adorable, y le dedicó mas de una a las fotos, tanto cerca como lejos de la pantalla, la última interrumpida por la llamada telefónica de su tío Javier, con el que rara vez se comunicaba, pero esta vez lo había llamado porque necesitaba el pisito de goma que se pone debajo de las bolsas de dormir, uno que un amigo se había dejado en la casa de Santiago (y aunque siempre va, se olvida de llevárselo nuevamente) por lo cual ahora sería utilizado por Javier en un breve viaje a Mendoza porque Boca juega contra Godoy Cruz en la primer fecha del campeonato, y es tan bostero Javier, pero tan bostero, es de esos bosteros que dicen "Que hacés, papá" pero creen que los interlocutores, irónicamente, son sus hijos, y ultimamente estos viajecitos al interior le estaban rebalsando un poco el vaso a su mujer, Verónica, que se queda planeando fines de semana en su casa enquilombada y destinada a así seguir por la inexistente colaboración del macho alfa que la tiene en el tercer puesto de sus prioridades debajo de "la vieja" y ya se imaginarán cual es la primera, por eso ya no le daba ni un ápice de vergüenza admitir para si misma que se estaba empezando a ver muy atraída por Oscar, el profesor de pintura de su hijo, quien tenía una fijación con la figura de la teta (el profesor, no el hijo de Verónica) y simplemente no cesaba de pintar tetas, a todo lo que sus alumnos le traían hecho, él le agregaba con suma delicadeza una teta en algún lado, de hecho el hijo del profesor, Matías, había invitado a su amigo Eugenio un día a la casa, donde las clases de pintura se llevaban a cabo, y éste al ver cómo las tetas brotaban de las paredes, inmaculadas y firmes en los cuadros colgados por doquier, solo atinó a esbozar embobado la palabra "teeeetas.." y luego le contó a su hermano José que si estaba considerando acudir a un profesor de pintura para acompañar sus innegables cualidades naturales, que piense en el padre de su amigo, lo cual lógicamente José masticó para sus adentros con la apesadumbrada certeza de que su padre Abel, un rígido abogado allegado a incontables ex-militares a los cuales supo defender, le iría a denegar el acceso a la práctica del sutil arte de la pintura, el cual era en su criterio -que necesitaba de un paleontólogo para venir a desenterrarlo- algo "raro" por no decir simplemente "de maricones", y era por eso que viéndose venir la predilección de su primogénito por tales actividades mariposonas, había optado por hacer que viera a una psicopedagoga: Valeria, una chica joven que no tan secretamente sentía mucha pena por este chico cuyos problemas estaban clarísimos: necesitaría vivir en otra casa si fuese posible, y era por eso que simplemente convertía sus encuentros con él en aquellas clases de pintura que José no estaba autorizado a meter en su itinerario, lo dejaba pintar y dibujar de forma libre solo para hacerlo sentir que en ese cuartito gris, compacto y ubicado arriba de un local de ropa para niños menores de 7 años, completamente diseñado para inspirar desgano a quien lo visite, él tenía su propio mundo en el cual además, sus obras eran retenidas -para que el padre de José no las encontrase en su casa- por Valeria, quien a veces se las llevaba a su amiga Lorena para que viese lo que hacía este chico tan fascinante, por el cual sentía un enorme apego y empatía hasta el punto de por momentos querer llevárselo muy lejos, lo cual sinceramente Lorena se temía, anticipándose a los hechos y sin desconocer la naturaleza un poco inestable de su amiga, que ya en ocasiones había abandonado lo que fuera que estuviese haciendo por cualquier boludo que se despachase con un par de acordes en una guitarra, como ese Nacho que tocaba en una banda de hardcore melódico (solo melódico, no vaya a ser que se expandiesen un poco y abarcaran tambien OTRAS clases de hardcore) que en su momento la hizo pelearse con medio mundo porque la absorbió completamente, y al final la terminó largando por una pendejita de zona sur, Martina, que los iba a ver tocar y se veía especialmente electrocutada por los rayos de tensión sexual y lechosidad hardcore que los integrantes de la banda, exclusivamente formada para ganar minitas según muchos creen, lanzaban desde sus entrepiernas, y que una vez que encontraron otros rumbos musicales (o simplemente rumbos para la vida) dejaron al proyecto en la nada y a Martina más grande que antes, para ahora tras haber evolucionado levemente, salir con otro músico: Pablo, que al menos es uno que toca en un proyecto más "serio" y que solo concibe al arte, al arte del rock por lo menos, como algo que no puede salir de la ya tan visitada noción Spinettiana de la poesía, la cual lógicamente siempre sirve para sacar la chapa de superioridad ante los imitadores de un Calamaro, pero no por eso absuelve o eleva a nadie, y casualmente Nicolás, que esta noche comparte una fecha con ésta banda y con otra más, adhiere totalmente a las ideas sobre los perfiles musicales antes detallados, pero si bien se hará mala sangre más tarde ante la gomosidad de las bandas que lo sucedan, tiene otros chaparrones en su cabeza de momento ya que viene de desayunarse hace poco con la información de que su ahora ex novia, Lisa, a la cual le gritó indignado "Chimichurri te dicen a vos, siempre arriba de algún chorizo" lo estaba cagando con uno de los compañeros de su banda de hasta hace poco tiempo, suceso que lo había convertido (en su opinión, para siempre) en solista, pero de repente Jerónimo, que se le acerca súbitamente y no puede creer que se lo encuentra después de tanto tiempo, ya dentro del antro mohoso en el cual van a retumbar las sarcásticamente coloridas canciones del primero, le comenta que no sabía que andaba tocando solo, que qué casualidad y alegría verlo, que espera con ansias escuchar su música, que mas adelante se deberían juntar a hacer algo, y que lo deja por unos minutos para ir a hablar con Ivana, una ex suya que casualmente está de novia ahora con uno de los músicos (Franco) de la tercera banda de la noche, y que en un momento, mientras su novio sigue tocando e imaginando ser un dios de los parches, se llevará a su escuálido ex al baño de mujeres, que es estadísticamente el menos concurrido en dicho antro, para ponerse de rodillas frente a él y reencontrarse de la manera más fervorosa, tibia, perfeccionada tras algún par de años de distancia entre los dos (y práctica), carente del roce de los dientes y escrita para finalizar alegremente, tras lo cual el área del recinto en la cual los oyentes se amuchan, los volverá a recibir con las bandas ya descendidas del escenario y con Franco acogotando en un intento de abrazo de celebración y auto-felicitación por el rock brindado a su brevemente extraviada novia, a la cual besó frente a los ojos de Irene, que estaba parada cerca de ellos pero no era allegada de ninguno de los personajes, tan solo había estado lo suficientemente atenta como para observar la ilegal escapada de los otros dos al baño del lugar, y lo bastante fértil de imaginación como para llegar a la hilarante conclusión de que un músico goma acababa de besar a la novia en una boca que tenía grandes y ciertas probabilidades de, instantes antes, haber recibido millones de pibes crudos ajenos, situación que Irene seguro le contaría a su mejor amiga Ana, quien está triste desde hace un tiempo porque no puede creer que está viviendo en un mundo por el que ya no camina Michael Jackson, que tiene la teoría de que el semen tiene sabor a papa y además de que seguramente encontraría la historia graciosa, acordaría en que a la vez no era un mal castigo el recibido por el baterista, porque según le contarían, en ningún momento durante el show el susodicho notó que su novia estaba desaparecida, ya que se había concentrado principalmente en los atributos de Sol, una fotógrafa que lo violaba con su zoom a unos metros de distancia, y que terminará siendo solo una pequeña parte de la anécdota que llegue a ella, y un punto de la misma que se pierda entre los datos menores al contársela a un próximo sujeto, tal vez Martín, con el que va a encontrarse en un rato, y quien acaba de terminar de afeitarse satisfactoriamente.

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